No fui capaz de levantar nuevamente la vista hacia él, la timidez
se apoderó de mí sin problema alguno; de hecho me sorprende haber mantenido
aquel contacto visual por aquellos segundos, eso en mí es un gran logro. Tengo
un debate interno entre la necesidad infinita de mirarlo, y con ello desnudar
hasta sus más profundos secretos, pero a la vez querer de huir por temor a que sea él quien descubra los
míos… como si tuviese ese poder. No sé si me sigue observando. Ya que no hay
nada de interesante en mi doy por descartada la opción, pero no tengo la
valentía de corroborarlo. –Ya déjate de estupideces – tomo mi esfero y empiezo
a tomar apuntes sin importancia de lo que iba escuchando, mientras acataba mi
orden interna y hacía el esfuerzo de alejar esa extraña sensación de mí e
ignorar el impulso ilógico de volver a deleitarme con su presencia.
No me di cuenta en qué momento finalizó la clase, pero ya todos recogían
sus cosas y se disponían a salir. Había logrado olvidar completamente el hombre
que estaba en frente. Respire profundo y me dediqué a hacer lo mismo, siguiendo
la idea firme de no volver a poner mis ojos en su dirección. Cambiando
rápidamente de pensamientos, contemple que probablemente sería muy buena opción
mudarme más cerca de la universidad, como siempre me lo ha dicho Isabel, teniendo
en cuenta mi dificultad para despertar a tiempo. Bueno ya tendría tiempo para
tomar esa decisión.
Cuando me levante de la silla y me gire para salir sentí unos
brazos a mi alrededor que me apretaban con fuerza, no tuve tiempo de ver el
rosto de quién era, pero realmente no lo necesitaba para saber.
-
¡Mayte! – esa inconfundible voz chillona que le
salía cuando estaba contenta. Es común que agudice más su tonalidad cuando algo
la emocionaba de sobre manera; para muchos podría ser molesto, pero yo amaba
esa voz tanto como a ella – ¿Dónde habías estado metida Chi?, ¿Por qué no llegaste
antes de la clase?
-
Hola Isa… si me dejarás respirar, quizás te
pueda contestar lo que preguntas –musite entre labios, a la vez que respiraba
forzosamente tratando de llenar mis pulmones con oxígeno, con la poca
oportunidad que me daba. La risilla de Fernanda resonó junto a nosotras. Me fue
soltando poco a poco, como si le costara separarse de mi cuerpo, hasta que me
liberó por completo, no sin antes dejar un sonoro beso en mi mejilla. Inhale y
exhale con fuerza para reconfortar mis pulmones - ¡Gracias!
-
Hola mi May – un abrazo cálido y delicado, a
la par de un beso sutil en mi otra mejilla; no hay característica en esta mujer,
de ojos profundos, que no sean los de una dama. Inmediatamente me embargo aquel
maravilloso perfume de orquídeas que solo ella utilizaba.
-
Hola mi Fer – nos separamos del abrazo, y
empezamos a desplazarnos hacia la salida, ya solo quedaban unas cuantas
personas adentro. No sabía si él también, “No tiene por qué interesarte” arrojo
mi cabecita, y aprobé su acotación – Y en cuanto a sus preguntas, adivinen
quién llego tarde, para variar.
-
¡TÚ! – exclamaron en coro, desencadenando nuestras
risas. Era algo que ya catalogábamos de normal, “Mayte Lascurain siempre llega
tarde” esa es la frase de mi vida.
-
Exacto, llegue dos minutos tarde y la puerta,
increíblemente, ya estaba cerrada – ya estábamos en los pasillos externos. De
manera extraña empecé a sentirme observada, pero no le tome importancia.
-
Sí, mi May. Creo que ahora si vas a tener
hacer lo imposible por llegar temprano, si todos los maestros van a ser como
esta.
-
Fer tiene razón, y yo te lo he dicho mil
veces, múdate más cerca como nosotras.
-
Lo voy a pensar seriamente, se los prometo.
Entre risas y comentarios fugaces llegamos a la primera planta del
edificio, teníamos una hora libre para la siguiente clase, lo que significaba
una sola cosa: café y una buena dosis de conversación. Era necesario ponerlos
al tanto de lo que había hecho cada una, durante las vacaciones; habíamos
hablado por chat y normalmente hacíamos lo de siempre, pero eso no interesaba
siempre teníamos tema de charla. Llegamos a la cafetería, Fernanda y yo fuimos
a buscar la fortuna de encontrar una mesa libre, mientras Isa iba por los cafés.
Junto a las palmas que decoraban el alrededor encontramos una mesa, con las
sillas necesarias; tomamos asiento y tras nosotras ya venía Isabel.
-
Listo, aquí está la dosis de cafeína diaria
muchachas – el aroma del café inunda el espacio, instantáneamente la felicidad
me rebosa. Mi adicción por este líquido oscuro y cargado, es infinito – Ahora
sí, cuénteme que hicieron este tiempo sin mi adorada presencia.
-
Extrañarte, por supuesto. Que mensa eres – las
palabras enredadas de Fernanda, a causa de su risa, desataron las mías – Pues
me fui a visitar a mis abuelos, como de costumbre. El único plan que tengo para
huir de la cotidianidad y caos de esta ciudad. Nada del otro mundo, solo me
deje mimar hasta más no poder.
-
Yo amo a tus abuelos wey, son puro amor.
Apunta que para las próximas vacaciones me voy contigo, necesito una dosis de
apapachos urgente – “la Negri”, como le llamamos a Fernanda, asintió
gustosamente – Yo me la pase sumida entre las paredes de mi casa, tapando a
Mimi en sus salidas nocturnas para que mi pá no la cachara y escuchando el
resumen diario de los casos en el juzgado que tenía él. Voy a terminar haciendo
un libro de sus mini historias.
-
Tienes el material y el talento, así que te
estas tardando. ¿Y tú, mi May?
-
Me quede aquí leyendo, disfrutando de mi
soledad. Pero tuve que viajar unas semanas a Guadalajara, mis padres eran capaz
de venir por mí si no aceptaba ir una temporada de vacaciones con ellos y
Agustín. No me quejo porque realmente los extrañaba y la pase bien, a excepción
de la metiche novia de mi hermano.
-
La hermanita consentida sigue celosa de que
otra mujer le robe la completa atención de su hermano – Isabel me hacía burla
mientras me molestaba la nariz con su dedo índice, el cual aparte con mi mano
mientras bufaba -.
-
No manches Mayte, Agustín lleva con ella meses
y tú sigues con lo mismo.
-
Bueno ya déjenme, no estoy celosa… pff, claro
que no – ambas se me quedaron viendo con una ceja levantada, rodé los ojos con
resignación – Bueno que quieren que haga, siempre hemos sido Agustín y yo, sin
ninguna peli roja entrometida. Es MI hermano – hice un esto de tristeza,
apoyando mis codos en la mesa y mi cara entre mis manos.
Entre risas, bromas y resúmenes seguimos hablando largo y tendido.
Fer nos estaba enseñando algunas fotos que había sacado en el rancho de sus
abuelos y de lo que había hecho durante ese tiempo, era un lugar realmente
acogedor. De repente volví a sentir que alguien tenía su mirada fija en mí, de
una manera potente. Mire a mí alrededor, tratando de escanear cada uno de los
rincones que mis ojos alcanzaban, sin éxito alguno. La sensación se hacía cada
vez más presente, logrando erizarme cada uno de los vellos de mi espalda y formando
un nudo en mi estómago. El solo hecho de que alguien me observara me ponía
nerviosa, pero que esa mirada causara aquel revuelo de emociones en mi era algo
que me ponía más nerviosa; ni siquiera sabía quién lo estaba haciendo o, peor
aún, si alguien realmente me estaba mirando… ¿y si solo era producto de mi
imaginación? Por un momento caí en cuenta de que sentí lo mismo cuando me topé
con aquel chico y cuando nos miramos en el salón. –Ay Mayte por favor, ahora
vas a pensar que aquel sueño hecho hombre te está siguiendo para mirarte – elimine
completamente esa sugerencia estúpida de que podría ser él, ni sé de donde
salió. La voz de Isabel me regreso a la realidad.
-
Díganme, por favor, que ustedes también se
fijaron en el cuero de hombre que entro a mitad de la clase. Claro que lo
vieron, si paralizó a todas las presentes.